



Hola yo soy Crypto, tu amigo de 4 patas y me encanta verte por acá de nuevo.
Todos los perros cometemos travesuras de vez en cuando: rompemos zapatos, hacemos nuestras necesidades donde no se deben o ladramos sin parar para demostrar lo valientes que somos ¡Woof! Como humanos, es normal que quieran corregir ese comportamiento, pero regañar de forma incorrecta puede confundir, asustar o incluso dañar el vínculo que tienes con tu perro.
¿Quieres educarlo, no asustarlo? Entonces evita estos errores comunes y aprende cómo corregir a tu perro de manera más efectiva y amorosa.
Uno de los errores más frecuentes es regañar a tu perro cuando ya pasó el "acto". Ejemplo: Llegas a casa, ves que hizo un desastre y lo regañas.
Los perros viven en el presente. Si lo regañas minutos u horas después, no sabrá por qué estás molesto. Solo sentirá miedo o confusión.
Corrige en el momento exacto en que ocurre el mal comportamiento. Si no lo ves, mejor ignóralo y trabaja en la prevención para la próxima.
Muchos creen que gritar hará que el perro entienda que está mal lo que hizo. Pero el tono fuerte y amenazante solo genera miedo o estrés.
Tu perro puede volverse inseguro, dejar de confiar en ti o responder con ansiedad.
Usa un tono firme pero calmado. Basta con decir un “¡No!” Claro o un sonido corto que llame su atención. La clave está en la consistencia, no en el volumen.
Pegarle, jalarle las orejas o usar collares de castigo no solo es cruel, también es contraproducente. El perro puede volverse temeroso o agresivo.
Apóyate en el refuerzo positivo. Premia los buenos comportamientos con caricias, palabras amables o premios. Así aprenderá qué sí debe hacer.
Si un día le permites subirse al sillón y al otro lo regañas por hacerlo, lo único que lograrás es confundirlo.
Establece reglas claras desde el principio y haz que todos en casa las respeten. La coherencia es fundamental para que tu perro aprenda.
Si tu perro hace algo “malo” porque está asustado o ansioso (por ejemplo, orina dentro de casa cuando hay tormenta), regañarlo solo empeorará el problema.
Identifica la causa del comportamiento y trabaja en la raíz. En estos casos, lo que necesita no es castigo, sino seguridad y guía.
Los perros no nacen sabiendo lo que está bien o mal en nuestra casa. Necesitan tiempo, guía y, sobre todo, paciencia. Regañar no es gritar ni castigar: es enseñar, con cariño y firmeza.
Si corriges con respeto y premias lo positivo, tu perro no solo aprenderá más rápido, también confiará más en ti. Y eso vale más que un sofá intacto.
¿Quieres más consejos para entender y educar a tu peludo?
Visita nuestro blog en Lanudos y acompáñanos en esta aventura de ser mejores humanos para nuestros perros.
Hasta la próxima -Crypto